Tuesday, October 24, 2006



Por: Rafael Escalante López

El economista Agustín Guillermo Carstens Carstens nació en 1958. La biografía financiera de Carstens señala que en 1982 obtuvo una Licenciatura en Economía del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Además de que cursó una Maestría en Economía (1983) y un Doctorado en Economía (1985) en la Universidad de Chicago de Estados Unidos.

La formación económica teórica de Carstens está cimentada en la teoría neoclásica de la economía y su variante el monetarismo. Actualmente, la teoría neoclásica es el paradigma dominante en las ciencias económicas. Esta caracteriza a la economía no tanto como un sistema cerrado, sino como un método de optimización. Considera también que la única deidad económica es el mercado. Establece además que a la demanda y oferta agregada (totales), hay que mantenerlas en equilibrio permanente, mediante la política fiscal y monetaria. Es decir el equilibrio y la estabilidad como objetivos, sin importar el crecimiento económico. Es más la mayoría de las escuelas de enseñanza toma este modelo como la panacea de la ciencia económica.

En México, en los últimos 25 años la política económica y el pensamiento público han sido domina­dos por una filosofía económica conservadora conocida como neoliberalismo, de influencia estadounidense. El neoliberalismo es una forma de liberalismo económico que considera a la economía de mercado como el bien más preciado.

Los economistas responsables de la política económica del país son por lo general personas ligadas a los círculos de poder financiero nacional e imperial, a la llamada síntesis neoclásica y sus variantes, o a la revoltura de principios, incluyendo los postulados keynesianos. ¡Son los mosqueteros del capital financiero!

Antes de incorporarse como coordinador del equipo económico del presidente electo Felipe Calderón, Agustín Carstens era Subdirector Gerente del Fondo Monetario Internacional desde el 1º de agosto de 2003. Hasta asumir su actual cargo se desempeñó como Subsecretario de Hacienda y Crédito Público de México. Ya de 1999 a 2000 había sido Director Ejecutivo del FMI (representando a Costa Rica, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y Venezuela), tras una estancia en el Banco de México (banco central) donde fue Director General de Investigación Económica y Jefe de Gabinete de la oficina del Gobernador. En una ocasión se le asignó la organización de la Conferencia Internacional de las Naciones Unidas sobre la Financiación para el Desarrollo, que tuvo lugar en Monterrey, además de varias reuniones del Grupo de los 20 y de haber actuado como Gobernador Suplente por México en el Banco Interamericano de Desarrollo y en el Banco Mundial. ¡Toda una carrera en la alta burocracia financiera de cuello blanco!

El ecónomo financiero también ha publicado artículos en ediciones del Banco de la Reserva Federal de Boston, la Universidad de Londres, la OCDE, el FMI y el Banco Mundial, además de en las publicaciones Columbia Journal of World Business, American Economic Review, Journal of Asian Economics, Journal of International Finance, Cuadernos Económicos del ICE (España) y Gaceta de Economía del ITAM (México). El único trabajo un poco más “completo” sobre la filosofìa económica de Carstens es el libro de autoría colectiva Dollars, Debt & Deficits. Sixty Years after Bretton Woods, publicado por el Banco de España y el Fondo Monetario Internacional.

Agustín Carstens forma parte del equipo de implacable derecha ilustrada de Felipe Calderón. A partir del 16 de octubre quedó enfilado hacia la secretaría de Hacienda del próximo gobierno blanquiazul. El economista del ITAM es una garantía de seis años más de continuidad económica creadora de riquezas y pobrezas extremas. La incorporación al nuevo gobierno panista de quien era considerado "el tercer hombre" en importancia del Fondo Monetario Internacional es lesiva para los intereses populares. No obstante, que en la misma medida produce vítores y reconocimiento de los grandes empresarios. Éstos se entusiasman y los otros se deprimen. ¡Dime quién te aplaude para saber a quién beneficiarás!

La opción calderónica por Carstens lanza a los mercados especializados en tráfico de influencias una señal de buena voluntad. Nadie molestará a los ocupantes de los nichos sagrados de elusión fiscal y nadie castigará las maniobras sexenales de apropiación de la riqueza pública mediante tretas tecnócratas que diseñó, ejecutó y cobró la casta dorada apenas salpicada por casos como el de Isosa, o por las evidencias escandalosas de corrupción en ámbitos como el aduanero y, en especial, en la creación de recintos fiscales alternos entregados a protegidos de Francisco Gil Díaz y de los omnipresentes hermanos Bribiesca. ¡Carstens es un ministro para la elite extranjeromexicana!

En materia económica es la misma receta de los pasados 24 años, “más de lo mismo”: una férrea disciplina fiscal, adelgazamiento del aparato burocrático e incremento de las reservas monetarias, aunque nos muramos de hambre. En una entrevista que le hizo el periódico El Universal, publicada el 19 de septiembre de 2006, cuando era el Subdirector Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), muestra la orientación doctrinaria económica de Agustín Carstens. En esa ocasión dijo que el país necesita modernizar su economía y mirar hacia la innovación tecnológica para retomar el crecimiento económico. Apuntó que hay muchos aspectos que se tienen que reformar. Entre otros, mencionó escuchar a los empresarios e identificar los cuellos de botella que impiden el crecimiento e inhiben la inversión. Y recalcó con aire doctoral: “No hay magia en el crecimiento, la economía mexicana se tiene que modernizar”.

Desde hace tiempo la Secretaría de Hacienda ésta cercada por intereses de la Reserva Federal estadounidense, por medio del FMI y el Banco Mundial. Estas instituciones ponen y deponen funcionarios a su servicio en la estructura de la hacienda mexicana. Agustin Carstens no va a defender los intereses mexicanos, sino los intereses del imperio, arropados por sus alfiles hacendarios y camuflados por sus corifeos en un discurso demagógico.